Tuve la suerte de crecer en una familia en la que valores como la franqueza, la tolerancia y la caridad se practicaban a diario. Cuando yo tenía 12 años, mi padre recibió el terrible diagnóstico de cáncer y le dijeron que no viviría mucho más. Esto también cambió mi vida bruscamente y aprendí la capacidad de estar ahí para los demás. Durante los años siguientes, mi padre se sometió a numerosos tratamientos y mantuvo la promesa que me había hecho de que nunca se rendiría. Incluso durante este tiempo, compartimos el deseo de ayudar a la gente y poner en práctica ideas creativas. Una de ellas era que debía crear una galería de arte en línea. Fascinado por la idea y con la esperanza de poder sufragar parcialmente los elevados costes económicos de los tratamientos de mi padre, me embarqué en este novedoso proyecto y fundé mi primera empresa a los 18 años. Para mi sorpresa, enseguida me di cuenta de que podía tener éxito con ella y conseguí crear un equipo dedicado a mi alrededor con relativa rapidez. Destaqué sobre todo por mis planes originales, así como por mi capacidad para gestionar personas. A pesar de mi éxito profesional, también era importante para mí ser un estudiante excelente y así enorgullecer a mi familia. El periodo Corona fue para mí una bendición y una maldición a la vez. Mi concepto de comercio de arte en línea se benefició enormemente de este tiempo, sin embargo, también tuve que ver cómo la salud de mi querido padre seguía empeorando y apenas podía salir de casa. En los últimos meses de su vida, publicó un libro sobre su batalla contra el cáncer para dar esperanza a los afectados.